El cambio que ha vivido Centroamérica, sus economías y sus sociedades en
los últimos 30 años, es dramático. Cuatro factores han incidido en este
cambio: los conflictos armados centroamericanos y todas sus
consecuencias, las reformas económicas implementadas en los países, la
globalización y sus efectos, y cambios demográficos profundos. Todo esto
ha alterado los patrones de acumulación y crecimiento en nuestras
sociedades. Y ha producido un quiebre estructural, con dos grandes
consecuencias. Ha significado el fin de las economías agroexportadores
por primera vez en nuestra historia y con ello, el fin del dominio
político de las élites y oligarquías tradicionales, vinculadas a la
tierra y a la producción agraria. A la vez, ha significado la emergencia
de un nuevo modelo económico del que se benefician nuevos grupos de
poder. El nuevo patrón de crecimiento en Centroamérica, incluido el de
aquellas economías que todavía mantienen un sector agropecuario grande
-la nicaragüense y la guatemalteca- ya no se basa en la agricultura,
sino en el dinamismo de los servicios y el comercio.
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